Entre todos los cuadros de esta muestra, este es el que tiene más capas de pintura. Antes de esto el resultado final fue un mar, luego una montaña con una cascada y luego una mujer al atardecer.

Cuando comencé a cubrir el último intento con pintura, noté que había ángulos y siluetas que eran similares entre sí, era como si todas las pinturas anteriores fueran parte de el mismo lugar. Fue entonces cuando abandoné la idea de hacer una figuración específica y dejé que las líneas conectarse más libremente.

Fue entonces cuando, para mi sorpresa, una silueta humana de perfil acompañado de una gran cabeza de pájaro apareció de forma espontánea.

Cuando di un paso atrás para observar mejor la pintura, sentí como si esa magnitud fuera una especie de dios antiguo, una entidad de la naturaleza, un Dios Pájaro.

Es más o menos como estar vivo, no hay justificación moral, camino correcto, explicación… sólo una fuerza que viene de quién sabe dónde que todos los días dice

“- ¡SÉ VIVO!”, y luego convertirse.

Mucha gente busca algún tipo de lección de Arte, esperando una forma de justicia o un escape a un mejor lugar. Para mí es otra cosa: es emoción captada. No es una representación, sino el sentimiento mismo.

Es la intersección que me muestra que soy especial cuando solo siento lo que siento cuando lo veo, pero -cuando conozco a alguien a quien también le conmueve- me revela que no estoy solo en este mundo.

Es un poco como el aire. Está dentro de mí, dentro de ti, vibrando de manera diferente dentro de cada pulmón, impregnando todo entre nosotros. Existe sin razón, es una bondad del destino.