La búsqueda de la elasticidad del campo expandido pictórico es un reto que el Maestro Ismael Vargas Rivera supera al presentar por primera ocasión esta colección de exploración conceptual y matérica. Un diverso y atrevido cuerpo de obra que nos sumerge en aguas profundas de la psyqué, un hechizo a los sentidos nos da la bienvenida a Sortilegio, la antigua práctica de buscar conocimiento-guía a través del azar y Shunga, arte japonés que celebra la sensualidad de la experiencia humana. La muestra se convierte en un lienzo continuo que invita a un recorrido lleno de fulgor donde las coloridas esferas ornamentales de cristal fragmentadas, joyería y textiles deslumbrantes han renacido en arte.

Sortilegio explora la sensorialidad de la materia. La fluidez a través del color y la precisión en cada fragmento, en cada pliegue, en cada velo que invita a descubrir con asombro el misterio de la atracción de la que nos volvemos presa. Eros nos toma de la mano y entre destellos se revela la poesía que suena más a ese primer encuentro con el mar que a los placeres del ocaso. Sortilegio nos invita a resurgir en cada uno de los lienzos y esculturas revestidas de magia y voluptuosidad.

Existiendo dentro del abanico de la magia, “sortilegio” tiene su origen en la palabra latina “sortilegium”, que se refiere a echar suertes o extraer indicadores estocásticos para descubrir verdades ocultas. La integración del concepto y su énfasis en la aleatoriedad, se ha usado en procesos de la creación plástica a través de la historia, donde artistas surrealistas y abstracto expresionistas han empleado técnicas automáticas para acceder a la mente subconsciente. Al igual que los adivinos, oráculos Griegos, y sortilegios de la antigüedad, indagaban a través de varios ritos de adivinación el destino del hombre, estas obras de arte revelan al espectador patrones por conocer y experiencias estéticas por vivir dentro de la delicada entropía de los fragmentos pintados por su creador.

Sortilegio es una celebración del arte que se encuentra en la naturaleza impredecible de la vida, un testimonio de la fuerza creativa y la beldad ilimitada que inspira. Cada pieza de esta exposición captura un momento donde la serendipia, la danza del destino que surgió cuando las esferas de vidrio se hicieron añicos o cuando la resina se asentó de cierta forma y la intención meticulosa del artista, se unieron. En su encanto cristalino, descubrimos susurros del futuro que nos invitan a abrazar la incertidumbre de la existencia y apreciar la elegancia escondida dentro de lo velado. A través de su obra, el Maestro Ismael Vargas Rivera nos deja un recordatorio de que en el aparente caos hay un orden inherente y debemos permitir que operen esas fuerzas desconocidas para vivir en plenitud el misterio de la vida.

-Katerine Bergengruen y Sway Consuelo Gaytan